Sobrevivir al invierno en Guadix es un gran problema para animales y plantas. Las heladas llegan con el otoño y no nos dejan hasta mediados de primavera. Una visita a la alta montaña puede enseñarnos como nuestra biodiversidad se enfrentan al infierno blanco. A mediados de Enero, cuanto llegamos a más de 1800 metros, parece como si entráramos en Siberia: se pueden superar los -20 ºC y, según la altura y la orientación, el suelo puede permanecer helado y cubierto de nieve todo el invierno.
Las hierbas pueden escapar fácilmente del frio, pasando el invierno bajo la forma de semillas o dejándose morir casi por completo manteniendo sólo brotes escondidos en el suelo. Por el contrario, a los árboles y arbustos solo les queda la opción de resistir. Y no todos son capaces.
Uno de los pocos árboles que puede sobrevivir aquí es el pino silvestre (Pinus sylvestris), una de las especies más abundantes en las taigas rusas y escandinavas. Sin embargo, en el sur de España estos pinos de tronco anaranjado eran muy escasos antes de que se utilizara en las repoblaciones forestales. Sólo subsistía de forma natural en unos pocos valles altos y umbríos de Sierra Nevada o la Sierra de Baza, como testimonio de la vegetación que cubrió casi toda Andalucía durante la última glaciación.
La fotografía que ilustra este texto muestra las condiciones que deben soportar durante el invierno los viejos pinos silvestres de los Prados del Rey (Sierra de Baza, 2000 m). Con temperaturas tan bajas, el vapor de agua de las nubes bajas se ha congelado dejando una cencellada que ha cubierto de hielo las rocas o los tallos de los vegetales. Aunque nos sorprenda a primera vista, el quedar completamente cubierto por el hielo es una ventaja, porque el aire del entorno es aún más gélido y dañino para los brotes y hojas. De hecho, estas son mucho más cortas que las del resto de los pinos de la región, con lo que es más fácil que queden protegidas. Además, están repletas de resinas que, mezcladas con el agua de sus tejidos, actúan como un anticongelante.
Bajo el peso del invierno, los pinares de los Prados del Rey o La Fonfría parecen muertos. Los pájaros que no han emigrado a los trópicos han huido a las tierras bajas, y no hay ni rastro de insectos o reptiles. Sin embargo, la vida resurgirá con una verdadera explosión alimentada por los calores de mayo. Será el momento de visitarlos de nuevo. El cambio será sorprendente.