
Los castillos suelen estar dentro o cerca de los pueblos que protegían, aunque ya sólo sean un yacimiento arqueológico. Muro no: está en el Fin del Mundo.
Ver la Torre de Muros desde la carretera que une Fonelas y Villanueva de las Torres es casi un milagro. Para llegar a ella hay que cruzar el río Fardes e internarse en el semidesierto remontando una rambla. Desde luego, el paisaje no indica que aquí fuera fácil vivir: suelos muy pobres, a veces salinos, y clima muy seco. El terreno sólo da para los cultivos de cereal (sin muchas esperanzas, la verdad) y para mantener rebaños de cabras y ovejas.

Al remontar la rambla, de pronto, nos tropezamos con el castillo. Está encaramado en un saliente amesetado delimitado por tajos verticales de hasta 20 metros y que sólo tiene acceso desde el norte. Al subir arriba, vemos que la fortificación es muy simple. Lo más destacable es una torre cuadrangular de tres plantas de 6,6 x 4,7 m de planta y una altura conservada de 7,45 m. Además, a esta se adosa un grueso muro de tapial que, aunque sólo se conservan unos 7 m de largo, debió de tener unos 20 m de largo para proteger por completo el extremo final de la meseta.
Un castillo de frontera
A juzgar por la cerámica que han recogido los arqueólogos en el entorno, esta fortificación estuvo activa durante el siglo XIV y, quizás, a principios del XV. Eran tiempos muy complicados. Tras la batalla de las Navas de Tolosa (1212), los castellanos habían ocupado el valle del Guadalquivir, y todo el norte de la comarca de Guadix se había convertido en una tierra de nadie sometida a continuos ataques de los castellanos (desde sus bases de Úbeda, Baeza y Quesada) y del Reino Nazarí de Granada (desde los castillos de Guadix o Gorafe).
Un refugio.
Siendo así ¿para que sirvió este castillo?. Esta tierra de nadie estaba casi despoblada, igual que el entorno de Muros. Por lo que me cuentan mis amigos arqueólogos no se conoce ningún yacimiento de esa época que indique que hubiera algún poblado importante cerca. Sin embargo, no se puede descartar que existieran algunas pequeñas alquerías musulmanas que aprovecharan las excelentes tierras de cultivo de las vegas del Fardes y los pastos del entorno. La Torre de Muros debió ser un refugio en el que se guardaban las cosechas y, en caso de ataque, se refugiaran las familias del entorno con sus ganados y posesiones.
Tras la conquista castellana de Guadix (1490), desapareció la frontera y, poco a poco los castellanos comenzaron a explotar las vegas del Fardes desde los nuevos pueblos de Fonelas y Villanueva de las Torres. Muros fue olvidado en mitad del semidesierto.