Birdwatching en Guadix: el viaje de los abejarucos.

Abejaruco en Guadix

En abril, millones de aves migratorias vuelven a sus áreas de cría. Podemos encontrar algunas especies como el abejarucos en lugares inusuales.

A mi amigo José Antonio Onieva le gusta fotografiar aves. El pasado 7 de abríl estaba desayunando en su casa, situada junto al Huerto de las Pastoras, un área de huertas situada en pleno centro del casco urbano de Guadix. En uno de los árboles del huerto vio posado ¡un abejaruco!.

El abejaruco (Merops apiaster) abunda en la Hoya de Guadix. Cada año, cientos de ejemplares excavan túneles en las paredes arcillosas para instalar nidos en su interior. Lo inusual es encontrarse un ejemplar en la ciudad.

            Este ejemplar ha pasado el invierno al sur del Sahara, quizá cazando insectos en las orillas del río Niger, pero ha vuelto con sus congéneres para criar. Antes se pensaba que las migraciones de las aves europeas se debían a que huían del frío invernal para buscar alimento en los trópicos. Ahora conocemos mejor cómo funcionan los ecosistemas tropicales y algunos científicos piensan que, en realidad es al revés: son algunas aves tropicales las que vienen a Europa a criar y luego vuelven a casa.

Casi todas las especies de abejarucos viven en los trópicos africanos. Demasiadas especies parecidas comiendo prácticamente lo mismo (insectos) y buscando la comida de la misma forma. Es lo que los ecólogos llaman “un nicho ecológico saturado”, o como diríamos coloquialmente en Guadix “hay muchos pollos y poco alpiste”. El resultado es que la competencia entre especies es tan feroz que lo que hace el abejaruco europeo puede ser una buena estrategia: huir de los trópicos para criar en las zonas de clima templado aprovechando la explosión de vida que se produce cada primavera.

            De hecho, el abejaruco europeo concuerda más con la imagen que tenemos de un ave tropical que con la de un ave europea de colores apagados: su plumaje tiene casi todos los colores. El único que le falta en la plumas es el rojo, pero este color lo tiene en los ojos.

            Estos trozos de trópico acabarán de criar en julio y empezarán a agruparse en bandos que sobrevolarán Guadix con su canto característico antes de volver a cruzar el mayor desierto de la tierra para pasar el invierno en África.

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